Esta parte es para que cuenten algunas anécdotas de terror o lo que qieran contar q sea interesante

Acá van algunas :
La leyenda de la Autopista Fantasma
La carretera principal que va de Baltimore a Nueva York al llegar al kilómetro 12 se cruza con una importante autopista. Se trata de un cruce muy peligroso, y en muchas ocasiones se ha hablado de construir un paso subterráneo para evitar accidentes, aunque todavía no se ha hecho nada. Un sábado por la noche, el doctor Eckersall regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo de fiesta y haciendo auto-stop. Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable. - El asiento de delante está lleno de palos de golf y de paquetes -se disculpó. Y a continuación le preguntó: - Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche? - La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica. Su voz era dulce y a la vez aguda, como el tintinear de los cascabeles de un trineo. - Por favor, lléveme a casa. Se lo explicaré todo allí. La dirección es North Charles Street, número XX. Espero que no esté muy lejos de su camino. El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo: - Ya hemos llegado. Entonces se giró y vio que el asiento de atrás estaba vacío. - ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor. La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido. Llamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente. - No sé como decirle qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dió esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aquí y... - Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente de automóvil en ese mismo cruce donde usted la encontró...
La leyenda del Bosque de Gizcy
En un pueblo llamado Gizcy, circulaba una historia que contaba que los jóvenes que acampaban en aquel bosque amanecían con su mapa pintado de sangre y con letras de pequeños niños. Estos jóvenes siempre acababan volviéndose locos...y algo más sucedía. Al cabo de los años esto dejó de pasar...Pero ahora unos chavales quieren saber si aquella historia es cierta o simplemente es una leyenda urbana.
Tres jóvenes universitarios deciden hacer un trabajo sobre "la leyenda". Decididos cogen su cámara y la tienda de campaña para pasar la noche en el bosque y grabar todo lo que sucede. Todo va muy bien hasta que empieza a anochecer. Cuando todos están en la tienda de campaña empiezan a oír misteriosos chillidos y carcajadas de pequeños niños, asustados salen de la tienda pero como estaban tan intrigados sacaron su cámara y empezaron a grabar. Lo único que escucharon fueron aquellas extrañas carcajadas.
Al amanecer decidieron coger todo y marcharse al campus. Cuando empezaron a caminar para buscar el coche se dieron cuenta que estaban totalmente perdidos. Preocupados sacaron el mapa, cual fue su sorpresa al ver que éste estaba totalmente pintado con sangre y con letras de niños pequeños, la pregunta era: ¿quién pintó ese mapa aquella noche?. Empezaron a sentir mucho miedo porque no querían volver a pasar la noche en el bosque pero ellos no sabían que de esa manera empezaba la misteriosa leyenda del pueblo de Gizcy.
Poco a poco iba pasando el día y el pánico a que anocheciera no les dejaba pensar en nada. Sin quererlo llegó la noche y tuvieron que volver a acampar, teniendo la esperanza de que pronto amaneciera. Esa noche volvieron a escuchar aquellos misteriosos ruidos, con la cámara en mano escaparon de allí adentrándose en aquel frondoso bosque. Al mirar hacia atrás vieron que faltaba uno de ellos. Los otros dos empezaron a llamarle y mientras esperaban su respuesta sólo oían aquellas carcajadas de los niños como si estos supiesen donde se encontraba él su compañero perdido.
A la mañana siguiente los dos chicos estaban totalmente locos por ese miedo que se había creado en el bosque. Empezaron a sospechar mutuamente pensando que el otro era el asesino y culpable de la desaparición de su amigo.
Intentaron buscar una salida pero lo único que encontraron fue una casa donde poder pasar la noche más tranquila (o al menos eso pensaban). Esa noche se adentraron en la casa en busca de refugio y empezaron a buscar alimentos ya que llevaban dos días sin probar bocado. Al no encontrar nada ni a nadie bajaron al sótano y allí descubrieron a su joven amigo rodeado de pequeños niños que cantaban felizmente "ahora os toca a vosotros..." Al oír esto los dos chicos salieron despavoridos del sótano pero era demasiado tarde...
A los pocos días las familias de los jóvenes encontraron una cinta de video donde se mostraba la espantosa muerte de sus tres hijos, y todos se preguntaban ¿quién fue el que grabó aquella masacre?
La chica de la Radio
Annie era una chica de 19 años, que trabaja como presentadora en un programa de radio. En los descansos entre el programa, ella y sus compañeras solían ir a una cafetería cercana. Allí preparaban unos bollitos exquisitos, pero la dueña era una vieja amargada y muy arisca.
Un día que fueron allí en un descanso a tomar algo. Y como de costumbre pidieron un café y unos de los famosos bollitos. La vieja se los sirvió. Pero esta vez fue tan grosera, que la chica se enfadó y derramó el café. La vieja se puso histérica, y empezó a insultar a la chica. A la que está le contestó de la misma forma: "estoy harta de ti vieja insolente, ojalá se te quemara todo el negocio y te murieras para siempre." Y se marchó. Durante el programa, su jefe les avisó que tenía una noticia de última hora. Esta era: "Les avisamos con una noticia de última hora de que la cafetería que ahí al lado de nuestra emisora ha salido ardiendo y han muerto quemadas todas las personas que había en ella."
La chica salió al baño incrédula de lo que había escuchado. El pasillo estaba desierto, y de pronto empezó a oír unos ruidos. El temor recorrió su cuerpo, y fue aligerando el paso. Hasta que unas sombras la rodearon. Entre ellas estaba la vieja, con todo el cuerpo quemado, y todos los clientes con los cuerpos calcinados. La vieja le dijo: "¡Ahora querrás no haber deseado nada!"...
Los círculos del sueño .
Se había metido en su cama y estaba intentando dormirse, pero no podía quitar su mirada del cuadro que colgaba de la pared. El cielo arriba, los naranjos abajo y entre medio de ellos un sendero de tierra que se perdía en la frondosidad. Una profunda tranquilidad le transmitía admirar la pintura, hasta llegar al límite de dormirse, olvidando el invierno que habitaba la ciudad y volver a soñar con ella y su misión…
El páramo gélido y blanco, planicie tersa como una seda que se extendía hasta el límite de la vista. Ella lo había cruzado convertida en garza de vuelo calmo, para luego ser tromba de fuego en la espalda de un zorro de siete colas que corría por el universo infinito hasta un orbe de cristal azul nebuloso, para unirse a ella y gestar juntos una mujer de larga y lacia cabellera negra, que extendía sus imponentes alas de ángel noctámbulo entre la ramas de un fresno que echaba raíces sobre la cabeza de un gigante de piedra.
Su travesía épica por mundos, que si existen, no se conocen, porque hechos que no pueden contarse le hicieron perder sus alas. Cuando un velo de ocaso y estrellas la envolvió para arrancarle su origen, su orgullo…
Cayó desde un firmamento iridiscente, donde ojos sin párpados la miraban caer, como una pluma de plomo. La aridez del desierto yermo, con sus vientos tórridos la volvían frágil y vulnerable, pero un hálito luminoso la fortaleció de tal manera que ataviada con un largo vestido blanco y su parte superior oscura, adosado al cuerpo con cuerdas y cintas, se dirigía cuesta abajo por una loma entre cardos y dispersas malezas duras; con una radio en mano derecha, contra todo lo que se le oponía.
Un monte, al que nunca se llegaba, ella lo alcanzó y descubrió en él, árboles esqueléticos, moribundos. Una música la llamó, hasta un cactus de múltiples brazos espinosos, que cuando el sol estaba en su punto más alto, el árbol con púas despertó, y como si fuera una mano con cincuenta dedos alzó su viejo tronco, hasta donde el sol reinaba, para tomarlo con sus ramajes raquíticos; apresándolo y bajándolo hasta donde estaba ella, que veía como el disco dorado se apagaba atrapado en el cactus, dejando sembrar la noche en el cielo.
Ya no era una radio, era un libro. Ya no era un desierto, era una ciudad desolada por el invierno, con sus calles vacías y casas modestas. No parecía estar más en eso mundos oníricos. Lo presentía en su interior, sabía que era el final de su misión.
Caminó por las calles, amparada por las sombras y el silencio. Hasta que desembocó en un pequeño hogar, en el que no todos dormían, y esperó a que todo se acomodara…
Estaba en la sala, oscura, muda. Subió casi flotando las escaleras; encontró lo que buscaba detrás de una puerta, su respirar de escuchaba del otro lado. No necesitó abrir nada, se hallaba al lado de la cama de una persona, que miraba tranquila un cuadro con naranjos pintados, un cielo brillante y un viejo camino.
Sentía una felicidad descomedida, que contuvo con maestría.
Acercó el libro de su mano hacia su rostro. Pero no era un libro, era una bella rosa azul, que como la persona que admiraba la pintura, a ella esa flor la calmaba y la volvía viva.
Sin dudar, lentamente reposó la rosa azul sobre la frente de la persona, y se retiró sin darse vuelta, porque sabía que gracias a la flor este ser dormía y ella volvía a su origen, para en otra noche volver a ese lugar, porque esa era su misión.
La muñeca asesina.
Ana apretaba la mano de Geraldo mientras sentia que la vida se le iba lentamente. Sus inmensos ojos verdes estaban llenos de lagrimas, su mayor preocupacion era su hija Sasha, que quedaria desamparada cuando ella ya no estuviera en el mundo.
-Prometeme que la cuidaras como si fuera tu propia hija- le dijo entre sollozos- Perdoname Geraldo, se que debi haberte correspondido pero nunca pude verte como mas que un hermano..
Geraldo seco sus lagrimas y le dijo.
-Te juro que cuidare a tu hija como mia propia, te lo juro por mi vida.
En ese instante entro el doctor a ponerle la inyeccion que le ayudaria a soportar el dolor tan horrendo que sentia. Despues de inyectarla, Ana se quedo dormida y Geraldo salio de su habitacion.
La pequena Sasha jugaba con su perrito Max ajena a lo que estaba pasando a su alrededor. Geraldo se sento en silencio con las manos cubriendole el rostro para poder llorar. Ana, la mujer que mas amaba, se le iba y nunca mas la volveria a ver.
-Ayudame Dios mio- suplico- Haz un milagro, su hija la necesita...
Pero el milagro no podia suceder, en ese instante, el medico lo llamo para decirle que Ana acababa de morir.
Despues de la muerte de Ana fue algo dificil para Geraldo obtener la custodia de la nina, pero Emilio, el padre de la nina, un ser ambicioso sin escrupulos se la entrego por una fuerte suma de dinero. Pronto Geraldo tuvo a Sasha en su custodia y tal como le prometio a su amada la cuido como un verdadero padre.
Sasha iba creciendo convirtiendose en una nina muy linda igual que su mama.
Cuando la nina tenia 8 anos de edad, Geraldo decidio que era hora de casarse, queria que la nina tuviera una figura materna, una persona que la quisiera como a su propia hija. Fue asi que decidio casarse con Mariela, su secretaria, pensando que ella seria la madre perfecta para su adorada hijita.
Mariela era una mujer ambiciosa y cruel, odiaba a la nina porque sabia del amor que Geraldo sentia por Ana, y veia en la nina un extraordinario parecido con su madre, por eso la odiaba sin compasion. Delante de Geraldo la trataba con dulzura maternal, pero cuando el se iba a su negocio, Mariela aprobechaba para tratar a la nina como una sirvienta, obligandola a hacer toda clase de trabajo pesado, humillandola, golpeandola y muchas veces hasta la dejaba con comer. La nina le tenia terror y por miedo callaba los malos tratos de su vil madrastra.
Una tarde, Gerardo se le presento un negocio muy importante en el Medio Oriente, donde unos arabes querian comenzar a ayudarlo a expander su negocio por muchos paises. Geraldo tenia que viajar y estaria alli por espacio de 5 dias.
Con profundo pesar Geraldo se lo dijo a su esposa. Mariela vio que esa era la oportunidad indicada para desahacerse de una vez por todas de la nina y lo insto a que viajara solo. Geraldo se despidio de Sasha y le prometio que a su regreso le traeria un lindo regalo.
La nina se quedo llorando al verlo partir, como si presintiera que aquella era la ultima vez que lo veria. En efecto, una vez que Geraldo se marcho, su malvada madrastra comenzo su malevolo plan. Obligo a la nina a salir desnuda a la nieve y alli la dejo morir de frio. En pocas horas la nina murio, Mariela coloco su cuerpo en un saco y lo enterro en el patio de la casa. Estaba feliz, cuando su esposo llegara le diria que la nina habia sido secuestrada e inventaria una serie de cosas para que este creyera que asi habia sido. Acostumbrada a mentir sin problemas Mariela sabia que nunca se podia descubrir su horrendo crimen.
Lejos de alli en el Medio Oriente Geraldo cerraba un gran negocio y ya estaba listo para volver a casa.
La noche antes de partir se recordo que le habia prometido a su hija un regalo de alli. Con prisa se vistio y salio a caminar en busca del regalo perfecto.
Camino por un lugar donde estaban los mercaderes vendiendo diferentes cosas, habia de todo, joyas, ropa, juguetes, telas, etc...Geraldo caminaba en silencio entre la multitud sin saber a ciencia cierta que era lo que queria comprar. De repente, sus ojos se posaron en aquella tienda del mercader y su corazon comenzo a latir de prisa. No podia ser cierto lo que estaba viendo, alli en aquella tienda habia un maniqui, un maniqui identico a su difunta amada Ana. La muñeca alta y delgada, de grandes y vidriosos ojos verdes, parecia mirarlo tambien y Geraldo sintio que Ana lo estaba mirando exhortandolo a que la comprara.
Como movido por un iman se acerco a la tienda y le pregunto al mercader.
-Cuanto cuesta esta muñeca?
el mercader lo miro sin entenderlo.
-Senor- le dijo- esa muñeca maniqui no esta en venta, es solo para anunciar mi mercancia..
Pero Geraldo saco un monton de dinero de su bolsillo y lo puso en sus manos.
-Vendamela, pago lo que sea....
De camino a su pais Geraldo iba feliz, junto a el en el vuelo llevaba la muñeca y la contemplaba con ternura y sorpresa a la vez. Parecia tener a Ana delante de el nuevamente y su felicidad no tenia limites.
Cuando llego a su casa feliz por mostrarle a su hija la muñeca, encontro a Mariela llorando angustiada.
-La nina fue secuestrada- le dijo entre sollozos- un grupo de hombres armados se la llevaron, reporte a la policia pero...
Geraldo se volvio como loco, no podia ser posible, salio como un loco tomo su auto y se marcho a la estacion de la policia donde Mariela claro esta habia echo la denuncia del secuestro.
Mariela sonrio y cuando iba a subir a su habitacion se quedo petrificada. Ante ella envuelta en una tela de seda estaba aquella muñeca. Cuando Mariela la miro la sangre parecio congelarse en sus venas. El recuerdo de Ana vino a su mente.
-Dios mio- dijo asustada- esta muñeca tiene el mismo rostro de esa mujer...
Llena de miedo subio las escaleras rumbo a su habitacion...
Las horas pasaban y su esposo no volvia. La noche estaba llegando, Mariela no sabia que hacer, no sabia por que sentia tanto miedo...de repente, sintio pasos en la escalera, unos pasos firmes, de pie delicado, de tacones, no, no era Geraldo, era alguien mas, era una persona con tacones, de caminar erguido y firme, quien podia ser?. Mariela se levanto de la cama, cerro la puerta con cerrojo y grito.
-Quien es? quien esta ahi? vayase o llamo a la policia...
No hubo respuesta, los pasos se acercaban mas y mas. Mariela puso un mueble para cubrir la puerta..comenzo a escuchar el llanto de la nina, la voz de Sasha pidiendole que le abriera la puerta..
-Tengo frio Mariela, tengo frio decia la voz, si era la misma voz que habia escuchado aquella noche en que dejo que la nina muriera congelada en el patio de la casa...
Mariela se tapo los oidos para no escuchar mas, la voz de la nina se confundia con la voz de Ana que le gritaba Asesina!!!...Mariela comenzo a gritar desesperada aferrada a la puerta...
Cuando Geraldo volvio en la madrugada, encontro a su esposa muerta en el piso de la habitacion, habia sido degollada con una navaja y junto a ella, tirada en el piso, con los ojos vidriosos mirandolo fijamente y en los labios lo que parecia ser una sonrisa triunfal estaba la muñeca...
El espíritu de mi hermano.
En un pueblo que se encontraba siempre en oscuridad, vivía una chica llamada Anyela. Ella era muy curiosa y siempre le gustaba caminar por el bosque con su hermano menor Theilen, cada rato iban a buscar moras rojas en los arbustos sin ningún temor ya que estaban acostumbrados y se sabían bien el camino para llegar más rápido.
Una noche Anyela tenía mucha hambre, y quiso ir al bosque por las moras, pero su hermano Theilen no quería porque ya era muy tarde, le dijo que se esperaba hasta mañana, pero Anyela no aguantaba el hambre que tenia. Agarro un bolso hecho de cuero para meter las moras y traer para la casa.
Theilen a ver a su hermana salir de la casa no quiso dejarla sola y se fue atrás de ella, pero antes se metió en el bolsillo un cuchillo pequeño para defenderse de cualquier animal.
Anyela al llegar al bosque escucho a su hermano gritar su nombre y que lo esperara, pero ella no quiso que viniera y trato de huir de él. Se metió por otro camino para que Theilen no la alcanzara, corrió y corrió hasta que se canso. Theilen no la veía por ningún lado y se empezó a preocupar.
Anyela al mirar a su alrededor no conocía el lugar y el frío que hacia la tenía con escalofríos, al caminar buscando el arbusto de moras se encontró un niño de la edad de Theilen con el pelo negro y su piel era blanca como la luna que alumbraba que estaba llorando, Anyela le pregunto qué era lo que tenia y a penas se acerco el niño levanto su rostro, Anyela miro su cara la tenía toda llena de moretones y su labio sangraba y él le dijo - Déjame Solo.!! Quiero a mi Hermano- Anyela del susto del aquel grito de ese niño salió corriendo de regreso, su corazón latía fuerte pero al mirar a tras veía como el niño la perseguía llorando.
Theilen buscando a su hermana vio a lo lejos a alguien correr y el pensando que era su hermana corrió persiguiéndolo, al ver más de cerca vio que era su hermana que la perseguía aquel espíritu, Theilen gritaba - Déjala quieta ven hacia mí! no le hagas daño!-
El espíritu de aquel niño fue hacia él y Theilen salió corriendo hacia a lo profundo del bosque para poder salvar a su hermana, Anyela al mirar que el espíritu estaba persiguiendo al hermano ella gritando con los ojos llorosos que no se lo llevara pero no lo alcanzo, se cayó y se dio un golpe en la cabeza y se despertó al día siguiente, ella mirando a su alrededor estaba todo claro y empezó a buscar a su hermano pero lo único que encontró fue su cuchillo.
Anyela llorando de vuelta en casa de que su hermano se lo habían llevado nunca lo volvió a ver y en las noches siempre escuchaba aquel niño llorar por su hermano, y Anyela nunca volvió al bosque por las moras.
Dicen que Theilen se ve a veces por el bosque agarrando moras... Pero nadie regresa...
El perro.
Me arrellano en mi sillón junto a la
chimenea donde crepita el fuego, con la copa de
coñac en la mano derecha y la izquierda caída
descuidadamente, acariciando la cabeza de mi perro...
hasta que descubro que no tengo perro..-
Arthur Conan Doyle
En el año 1789, en Inglaterra vivía Julliette, una niña de 10 años.
Esta chica vivía con sus padres, que eran ricos.
Vivían en una mansión, con dos plantas y muy luminosa, su padre era uno de los banqueros más ricos de la ciudad.
Pasó 4 años y el banco quebró. La casa se descuidó ya que no podían pagar a los sirvientes y aunque fueran tres no podían con todo, la casa ya no era luminosa ni bonita, era oscura, fría y las paredes estaban descascarilladas.
Julliette pensó en su mejor amigo, Jack, que le ayudaría, los padres hacía tiempo le buscaban una esposa y quizás ella podría estar entre ellas.
Fue aceptable, y aunque lo quería solo como un amigo, llegó a enamorarse de el y viceversa.
Pero días antes de la boda, el chico se calló por un barranco y se murió.
En el entierro dio un discurso y le llamó la atención un hombre de mediana edad que era el tío de su exfuturo prometido.
A el también le llamó la atención.
Al día siguiente, se levantó lentamente al escuchar una voz ronca que se oía hablar con sus padres.
Era el hombre, que le había pedido la mano a su padre, ella no quería, pero si quería sobrevivir eso era lo mejor, ella le prometió a su mejor amigo que nunca se volvería a casar, antes se moriría.
Ella se negó, el hombre iba todos los días a su casa y le obsequiaba con regalos, pero ella se negaba, hasta un punto en el que amenazó con matar a sus padres.
Ella aceptó, pasaron los meses y dos días antes de la boda se retiró, el hombre enfadado le pegó y se fue corriendo, en una de ellas la chica se volvió para defenderse y pegarle, y el hombre se enfadó más.
Juliette salió de la casa corriendo hasta el puente, donde el hombre la cogió y la estampó contra una de las columnas, cogio un cuchillo de su bolsillo y cuando fue a apuñalarla, la chica le retorció la mano y le quitó el cuchillo, y se lo clavó en el corazón, le dijo que nunca se casaría con el.
El le dijo que los papeles estaban ya hechos y que había falsificado su firma.
Era mentira pero la chica se lo creyó, y también le dijo que ahora los padres se morirían de hambre.
La chica se arrepintió y a la vez recordó a su amigo, ella desesperada saltó por el puente mientras pensaba "antes de volverme a casar, me moriré".
Ahora la chica va matando a todos los chicos que se van a casar, pero en los sueños, dándoles la idea de suicidarse.
Quien se niega, lo posee y mata a la novia, apuñalada en el corazón.
Corazón de asesino.
Las estrellas brillaban en el cielo y la luna mostraba su pálida y más reluciente cara, no habría otra noche como esta.
Las desoladas calles alumbradas por escasos faroles de luz no se dejaban ver por completo. Oscuros callejones ocultos en lugares poco visibles comunicaban algunas de estas vacías vías.
Escondido tras uno de los muros de los cientos de lúgubres callejones estaba él, aguardando tal cual feroz depredador la aparición de su tan esperada presa.
Sonidos con eco se escuchaban próximos al callejón, a lo lejos pudo distinguir la casi imperceptible figura de un hombre, tambaleándose de lado a lado, tropezando con todo a su paso. Preparó su plateado revolver y tratando de hacer el menor ruido lo cargó, se asomó nuevamente y en efecto, aquel hombre ahogado en alcohol no había escuchado nada, de hecho sería muy difícil distinguir el ruido de su arma con aquel carnaval de tropezones.
Si algo nuca dejaba de hacer aquel despreciable hombre era matar a su presa antes de devorarla, es decir, los asesinaba primero y luego los despojaba de todas y cada una de sus pertenencias, aquella noche iluminada escasamente por el cielo estrellado y algunos faroles no sería la excepción.
Con su brillante revolver en la mano derecha, esperó pacientemente la llegada de su victima, a la que sin saberlo le esperaba una muerte inminente. Los segundos corrían y su corazón latía cada vez con más fuerza, se sentía emocionado cada vez que cometía un crimen como éste, en su cara podía notarse una macabra y enfermiza sonrisa.
El ruido se hacía cada vez más fuerte, la victima se encontraba mas cerca de su verdugo y por cada paso que daba se restaba tiempo de vida. El corazón de aquel asesino se aceleró a tal manera que creyó poder escucharlo.
Tropezones y palabras sin sentido llegaron a sus oídos, el próximo nombre en su lista de muertos estaba a sólo escasos metros de ser escrito.
Cuando aquel hombre completamente ebrio pasó junto a él, su corazón ya no podía latir más fuerte, la excitación no tenía igual, hacía muchos meses que no sentía emoción alguna. Se colocó detrás y caminando sigilosamente levantó su mano derecha, con suavidad y decisión le puso el revolver en la parte posterior del cráneo y sin que aquel hombre se percatara de lo mas mínimo haló aquel gatillo. Un estruendoso sonido invadió aquella solitaria calle y un destello fugaz de luz apenas pudo verse.
El hombre cayó al suelo como un gran saco de arroz, golpeó su agujereada cabeza contra el pavimento en un ruido seco y contundente, poco a poco pudo verse la sangre extendiéndose por aquella sucia y pestilente acera, hasta que llego al borde y se mezcló con la inmunda agua de la cuneta adyacente.
Sus manos se posaron rápidamente sobre aquel hombre ya sin vida, registró cada bolsillo a su alcance, sacó su billetera y extrajo de ella cada billete y cada centavo antes de arrojarla a la carretera; su corazón latía tan fuerte como antes, aún sentía gran felicidad y emoción.
Con cierta dificultad le dio la vuelta al cadáver que tenia frente a él, revisó los bolsillos delanteros del pantalón y una vez que extrajo lo poco que encontró, por simple rutina o morbosidad subió la mirada, merecía conocer el rostro de su presa, pero a diferencia de otras veces, sus ojos mostraron una expresión de asombro. Se acercó nuevamente y aparto con sus manos la aún fresca sangre del rostro de aquel ser ya sin vida y si su corazón antes parecía escucharse esta vez lo hacía de forma mas evidente.
Con expresión escalofriante y respiración acelerada subió el revolver hasta su sien, con pulso tembloroso haló nuevamente y por ultima vez aquel gatillo.
Otro ruido similar al de hacía unos minutos volvió a escucharse en aquella solitaria calle, de forma inmediata su cuerpo cayo al suelo haciéndole compañía al de su victima, no sin antes esparcir restos de cráneo y sesos por aquella acera ya bañada en sangre, a la que se le unió otra no tan distinta, eran no sólo del mismo tipo, sino que ambas procedían de un mismo linaje.
Dicen algunos que cuando cayo al suelo aquel despiadado hombre no cesó el sonido, sino algunos segundos después, cuando finalmente su corazón dejó de latir
La hija de la niebla.
“No bajes a la playa si hay niebla”. Aquél fue el único consejo que me dieron, al hacerme cargo del faro de Orbitum, en la punta occidental de la mediana de tres islas... Nada más... Es lo único que me recomendó mi predecesor, que también se había presentado voluntario para este incómodo destino, en la zona sur de XX... “No bajes”, me repitió, mientras se subía a bordo de la misma lancha que me había traído a mí un par de horas antes... y, sin embargo, al perderse en lontananza, con la única compañía del piloto de la Zodiac, parecía estar bastante seguro de que yo terminaría haciendo precisamente eso...
Mi nombre es Francisco García Pérez, y antes de optar por este solitario trabajo, he estado dando tumbos entre una amplia gama de ocupaciones: hacer hamburguesas a la plancha en un restaurante, limpieza de casas y hospitales, dar clases a los niños, periodista, militar... y, ahora, farero, a dependiendo del Ministerio de Marina... Un buen amigo, Gerardo, me comentó que se iba a quedar una vacante para el puesto... Sin cargas familiares pesadas (sigo viviendo con mi madre), ni relaciones estables (como no contemos a mi gato Chiqui, que se ha venido conmigo...), sobre todo me atrajo la posibilidad de ganar un buen dinero... y no poder gastarlo... Nunca me ha importado la soledad, vivir a contratiempo, y le encontraba cierto romanticismo al aislamiento, con mis libros, mis cuadernos para escribir, alumbrándome gracias a la línea eléctrica que nace en la isla principal, y con un buen surtido de lápices de colores por si me apetecía dibujar las aves marinas...
Era un trabajo monótono: estar despierto y pendiente del mecanismo automatizado del faro, puesto que desde el año 2001, casi todas las operaciones se realizan mediante un ordenador central, al que se puede acceder desde la Capitanía General... Pero siempre pueden producirse fallos, materiales o humanos, y desde el naufragio del conservero “Villa Illuminata” en noviembre de 2006, en el que perecieron siete personas, se ratificó la necesidad de contratar un farero en este pequeño archipiélago, para evitar nuevas muertes... Por eso, existe la posibilidad de suplir la energía eléctrica enviada desde la isla a través de un cable submarino, por la del generador, y éste a su vez por una dinamo accionada manualmente. También existe un amplio surtido de bombillas, linternas a pilas, el enorme fanal de petróleo, con más de sesenta años de antigüedad, que todavía se encuentra en su ubicación original, y en perfectas condiciones de uso...
La torre del faro tiene más de 30 metros de altura, es de recia piedra caliza, y lleva décadas soportando el asalto de las olas, sin daños aparentes. Una escalera de caracol permite subir a la parte superior, que está formada por una estructura de hormigón y acero, en la que se han instalado los grandes ventanales de cristales anti-tormenta. En el centro de la sala, y elevado un metro y medio con respecto al suelo, se encuentra el fanal eléctrico giratorio. Una pequeña puerta, actualmente en desuso, permite acceder al camino de ronda. El conjunto está coronado por un tejadillo plano, pintado de blanco y rojo, sobre el que se alza, orgulloso, el gallo de una veleta... Junto a la base de la torre se encuentra la pequeña vivienda del farero, de dos habitaciones, una de ellas la uso como comedor/despacho, y la otra, para dormir, además de una pequeña despensa y un baño, algo anticuado pero funcional...
La vida en aquella parte de la isla es muy tranquila: las provisiones las traen desde la isla principal cada dos semanas, igual que la correspondencia, aunque esto último me parece bastante absurdo, puesto que no tengo nadie a quien escribir. No hay teléfono y, por lo tanto, tampoco internet, y quizás por ello el aislamiento se convierta en más doloroso. La única forma de comunicarse con el mundo exterior es a través de la emisora de radio, que utilizo todas las madrugadas para dar las novedades antes de acostarme. Tampoco es prudente utilizar un ordenador, puesto que el tramo submarino del tendido eléctrico genera numerosos picos en la tensión, y el riesgo de dañar el equipo es muy elevado.
Los primeros días me costaba permanecer despierto... pero al final te acostumbras, a fijar la vista en el exterior, buscando las luces de posición de un pesquero, de una patrullera, o la furtiva silueta de una patera. Rebuscando entre las pertenencias de mi predecesor Carlos Torres, que fue trasladado a la “Costa da Morte”, encuentro una pequeña maleta de cartón que no se ha querido llevar, encuentro un mapa “de mis dominios”, y un planisferio celeste, que utilizo para identificar algunas de las estrellas...
Mis “dominios” son bastante exiguos, una estrecha franja de tierra en mitad de la nada... Poco más de seiscientos metros de largo, por cien en su parte más ancha, con una única playa de arena negra, volcánica, y dos o tres pequeñas calas... Mi única compañía es un pequeño rebaño de cabras, que me proporcionan leche por las mañanas, y las gaviotas... Eso es todo... si no contamos a la extraña criatura que mora entre la niebla... y los restos de un par de pateras encalladas, que nadie se ha molestado en retirar: bastante tuvieron, según me comentó Carlos Torres, mi predecesor, con retirar los cuerpos, al pie del acantilado...
La curiosidad es mala, pero es aún peor la soledad, añorar incluso las masas de gente que tanto me incomodaban antes de venir a esta yerma extensión de roca volcánica, desde la que no he visto más que tres o cuatro pesqueros en todo el tiempo que llevo aquí, casi dos meses... Los libros, la escritura y el dibujo me ayudan a pasar el tiempo, puesto que las labores de mantenimiento del faro son mínimas: hace dos semanas, Roberto Amores, el pescador que me trae los suministros, me facilitó dos grandes latas blancas de pintura para repasar el interior de mi vivienda; y dos latas verdes de plástica para las puertas y las ventana, con lo que renové por completo el aspecto de mi “humilde morada”...
Al amanecer, terminada la guardia, me gustaba dar un paseo por las escolleras, para escuchar el sonido de las olas, y sentirme dueño y señor de aquellas tierras yermas, unos momentos efímeros que se llevaría el tiempo... pero que de momento, me pertenecían... No dejaba de ser extraño, el sentirse tan solo, el no tener a nadie con quien hablar salvo a través de la emisora de radio, o en las visitas quincenales de Roberto Amores... Supongo que estaría pensando en todas esas cosas, o en ninguna en particular, cuando en mitad de mi paseo, comprobé que estaba subiendo la niebla...
Nunca me ha gustado la niebla, esa impresión de estar perdiendo el control de mi entorno, de que nuevos límites se añaden a mi miopía, la vista ha sido siempre un problema recurrente, por eso la valoro tanto, igual que el oído... Y por eso la odio, pues me priva de ambos sentidos... Quizás por curiosidad, o por cambiar la rutina, me había acercado a la única playa accesible de toda la isla, y había bajado unos veinte metros por el serpenteante camino desde los acantilados... La niebla era tan densa en aquella zona, que no se oía ni siquiera el mar... A mi derecha se encontraban los restos de una de las pateras… Y delante de mi, las olas...
Estaba perdido en mis contemplaciones, cuando observé, por el rabillo del ojo, un movimiento al pié de las rocas, en la base de una pequeña gruta que suele tapar la marea... Al acercarme, comprobé que se trataba de una mano humana, que estaba excavando con desesperación para salir de aquél lugar... Escuché un ruido parecido detrás mío, y debajo de un montón de algas, que llevaban pegadas a la base del farallón desde la última tempestad, o quizás antes, empezó a perfilarse otra silueta... Y justo en el límite máximo de las aguas, lo que parecían unos cuantos palos se yerguen lentamente... En aquél momento, solo podía pensar que mi cerebro, sobrecargado por el cansancio y por la intensidad de la vigilia, me estaba jugando una mala pasada... Puesto que era evidente que aquellas “personas” que estaban materializándose a mi alrededor, llevaban un cierto tiempo muertas... Aunque solo fuera por los diversos estados de la descomposición, no era necesario ser un médico para darse cuenta de ello...
Y justo entonces, cuando mi única preocupación era retroceder hasta el pequeño camino del acantilado y meterme en mi casa, y en la cama... o debajo de la cama… Apareció Ella... Nunca me han gustado las películas de terror, y mucho menos las de fantasmas, pero no pude evitar establecer un paralelismo entre lo que estaba viendo, y la película “The Ring”... Estaba saliendo de la niebla una silueta, vestida de blanco, con una larga melena negra... y se desplazaba en completo silencio, sobre la superficie de las aguas, y luego, sobre un leve manto de niebla, pero de cualquier modo, sin tocar el suelo... y se iba acercando, lentamente, hacia mí... Tenía el pelo y la túnica empapadas... pero no daba muestras de tener frío... mientras que yo estaba temblando...
Con el pelo echado sobre la cara, me hacía sentir miedo, puesto que mientras se desplazaba desde la extremidad más alejada de la playa, iba señalando con el dedo en diversos lugares, menos de diez... y en todos ellos se producían los movimientos de resurrección que ya había presenciado al comienzo... Ignoro el tiempo que tardó en llegar hasta mi posición... Yo quería moverme, pero estaba petrificado... Se detuvo a menos de un metro de mí, levantó la cabeza y, mirándome desde lo más profundo de unos ojos más negros que la más oscura de las noches, pronunció una sola palabra: “Vete”... Y después, se dio la vuelta, y regresó de nuevo hacia la orilla, arrastrando a su macabro cortejo... hacia el agua...
En cuanto desapareció bajo las olas, fui capaz de moverme, y subí corriendo las escaleras, hasta llegar a mi casa, me tomé un copazo de coñac para quitarme el frío del cuerpo, y otro más para quitarme el miedo, y me escondí entre las sábanas y las mantas, cerrando previamente la puerta con llave... No he vuelto a verla... pero también es cierto que no he salido más veces a pasear en mitad de la niebla...
Unos días más tarde, cuando Roberto Amores vino a traerme las provisiones, le pregunté por ella... No pareció extrañarse... Y como si no tuviera mayor importancia, me comentó que la llamaban “la hija de la niebla”... Que su función era recuperar las almas y los cuerpos de los que habían muerto en el mar, pero que no reposaban bajo las aguas... Por eso, cada cierto tiempo regresaba de las profundidades, a recoger su cosecha de almas extraviadas... Lo malo no era encontrarse con ella y que te ordenara marcharte, como me pasó a mí... Sino que te dijera “Ven”... Porque no tendrías más remedio que seguirla hacia el mar... Y morirías lentamente...
¿Fantasía o realidad? Ni lo sé, ni me importa... Lo que tengo bien claro es que no me apetece nada encontrarme de nuevo con la “Hija de la Niebla”... Al menos, mientras esté vivo... Y siga ocupándome de este faro...